Divorcio apasionado by Kathie Denosky

Divorcio apasionado by Kathie Denosky

autor:Kathie Denosky
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2017-05-29T15:06:05+00:00


Capítulo Cinco

Al ver que Karly lo miraba con desaprobación, Blake frunció el ceño.

–¿Qué pasa?

–No pienso quitarme la ropa delante de ti –afirmó ella mientras se cruzaba de brazos con obstinación, colocándolos debajo de los pechos.

Blake trató de no recordar lo perfectamente que aquellos senos le cabían en las manos ni la rápida respuesta de los pezones cuando los estimulaba con la yema del pulgar. Evidentemente, no se había parado a pensar en el efecto de la tentación que ella supondría cuando se le ocurrió la idea del jacuzzi.

–¿Por qué no? –le preguntó sonriendo y tratando de olvidarse de los encantadores pechos de Karly–. Hicimos mucho más que quitarnos la ropa en Las Vegas, y no recuerdo que eso supusiera un problema para ninguno de los dos.

Si las miradas pudieran matar, Karly le habría asesinado allí mismo.

–Era diferente…

–¿Cómo?

–Estábamos casados.

–Al principio no. Recordarás que me choqué contigo en el vestíbulo del hotel el lunes por la mañana, justo cuando tú llegabas –comentó él con una sonrisa–, y te hice el amor por primera vez aquella misma noche. No nos casamos hasta el sábado por la mañana.

–De eso hace ya mucho tiempo –dijo ella suavemente.

–En realidad, no –susurró él mientras le cubría la mejilla con la palma de la mano–. Cielo, seguimos casados y yo seré tu esposo hasta que un juez diga que no lo soy. No hay razón para que te sientas tímida conmigo.

La expresión del rostro de Karly se suavizó un poco, pero aparentemente no iba a ceder con facilidad.

–Hace más de ocho meses que no hemos estado juntos, Blake. Y dentro de tres meses estaremos divorciados.

En los ojos de Karly se adivinaba una tristeza que él no había esperado. ¿Acaso estaba lamentando su decisión?

El hecho de pensar que ella pudiera estar teniendo dudas le aceleró la respiración a Blake, aunque él no quiso pensar por qué. Sin embargo, rápidamente decidió que era bastante improbable que ella hubiera cambiado de opinión. Solo porque se lamentara de lo ocurrido después de que se marcharan de Las Vegas no significaba nada. A la luz de las decisiones que ella había tomado y del modo en el que habían salido las cosas, Blake también tenía sus dudas de que las cosas hubieran salido bien entre ellos.

Tratando de no bajar la cabeza para besarla, le colocó la mano en el costado.

–Sígueme. Hay una entrada en el lateral de la catarata. Si entras por ahí no te mojarás el cabello.

Cuando llegaron junto al jacuzzi, Blake apretó un interruptor y encendió las luces que había bajo el agua del jacuzzi.

–Puedes dejar la ropa ahí para que no se te moje –comentó mientras le indicaba una hamaca que había a poca distancia. Entonces, se puso de espaldas a ella–. Dime cuándo me puedo dar la vuelta.

–Sigo sin poderme creer que a tu jefe no le importe que alguien utilice su jacuzzi sin permiso.

Blake se disponía a decirle que se estaba empezando a repetir como un loro, pero las palabras se le atascaron en la garganta cuando oyó que ella empezaba a desnudarse.



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